martes, 29 de diciembre de 2015

Más

Ganas de bailar
hasta que los talones ardan
hasta que la cintura me duela
hasta que llueva, hasta que salga el sol
La cabeza me da vueltas,
me grita incansable, imposible de apagar
No hay nada que la pueda callar.
En silencio, en el bullicio, todo parece
darle lo mismo.
No te caigas, no te caigas
no dejes que te tiren.
No dejes que te mienta.
No dejes que te sienta.
Mas me siento morir
mas ganas de vivir me dan.
Ganas de cantar 
de sacar todo lo que me guardo
De decir que no me arrepiento
de las marcas que llevo
y así no olvidar, lo que perdí 
pero más lo que gané 
Ganas de pintar
si, de pintar, pinto lo que quiero
mi propio paisaje, 
mi propios colores, 
mi casa, mis amigos,
el amor
el amor que te levanta 
para no caer
y saber
que aunque todo termine
y la pintura se destiña por la lluvia que no para de caer
el lienzo queda en blanco otra vez
buscando nuevos colores y renacer.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Nadie es tan especial

Hacerlo.
Hacerlo hasta perder la noción del tiempo.
Creí que entendía lo que era querer perderse
pero no lo sabía, hasta ahora.
Hay algo tan sexual de querer simplemente dejarse ir.
Cerrar los ojos y dormir no alcanza, porque nunca dormís
nunca descansas del todo, a veces ni siquiera dormís con tanta
calesita dando vueltas en tu cabeza.
La cámara lenta, el sonido deformado, apaciguado,
no reconocer nada, ni las caras ni quien esta y quién no.
No recordar que sentís, ni porque llegaste hasta este punto, porque el dolor
ya no duele,
yo no sé, el dolor, o si es la cabeza que no te deja respirar, no te deja
enterrar tranquilo como siempre hacemos cuando algo muere.
La belleza de simplemente caer.

Será por eso que siempre lo estamos haciendo.


Tengo tantas ganas de estar equivocada.

-10

Si usted suma demás
pues tendrá que restar.
Si usted pone mucho rebalsa
entonces tendrá que sacar lo que no va.
Si usted pierde el tiempo
bueno, eso ya no lo puede recuperar.

Piense bien adónde va
piense bien a quien se lo da
piense y actúe,
al revés no parece funcionar.

Pero si usted no sabe sumar,
está en un aprieto,
no va a saber que restar o que reclamar.
Y nadie, créame, nadie lo va a poder ayudar.

viernes, 7 de agosto de 2015

Robo

intento.
sueño.
con vos.
me caigo.
me levanto.
sin vos.
todos los días te despido,
me despido.
Yo vi el brillo de tus ojos bailar
lo vi palidecer
hasta que no lo vi más.
Te acompañe y te contuve,
sé que hice lo que pude.
Pero la vida se lleva personas, sensaciones,
y sobre todo algunos brillos.
De inocencia, de ilusión, de eternidades terminadas.
No es lo mismo el amor a los veinte, que a los treinta o cuarenta.
Vi tu antes y tu después.
Te conocí.
y Te desconocí.
Te vi sonreír. Te vi llorar. Te vi bailar, te vi tropezar.
Te vi acercarte, te vi alejarte.
Vi tu belleza, vi tu risa, vi tus gestos, tu boca, tus dientes, tu aliento, tus manos, tu nariz, tus ojos, tus pestañas, tus cejas, tu lengua, tus lunares, tus uñas.
Te sentí abrazarme, deseando soltarme.
Te vi mirarme, te vi esquivarme.
Decir siempre, decir no sé.
Asentir, luego negar,
Mirar al cielo, mirar al piso.
La violencia, los destinos oscuros, noches con olor a miedo y encierro.
El abrazo que ya no sirve, el beso que ya no cura, el sexo que ya no ayuda.
La belleza que ya no existe, o que tus ojos ya no ven.
Mis ojos miran, incansables.
Lo único que no vi, a pesar de todo lo anterior,

fue como poco a poco, me robaron tu amor.

jueves, 11 de junio de 2015

SOS



No sos vos.

No sos la ropa que usas, el auto que compras

la comida de consumas, los viajes que haces.

Nada de eso.

No sos nada de lo que pienses que podes ser desde

acá para adentro.

No sos un partido político, no sos la casa donde vivas

ni las mascotas que tenes, ni los libros que lees.

No sos algo concreto, algo definido, si somos como un gas

en constante movimiento, que se escapa, que va

que viene...

Sos tu alma. sos lo que sentís, lo que decís,

lo que queres tener cerca, lo que preferís lejos

sos tu libertad, libertad para elegir, para perder

para ganar.

Sos tu humildad, tu paciencia, tu autoestima,

tu esperanza.

Sos tu respeto, tu sinceridad, tu capacidad de amar y de dar

Sos tu valor, tu propio limite, tu mierda y tu desdicha también.

Sos tus miedos, tus rencores, tus errores, tus recuerdos

Sos tu sabiduría, tu estrategia, tu compromiso

Sos tu propia conciencia, tu propio dolor

sos tu soledad y tu silencio

tu odio y tu bronca, y tu impotencia, y tu maldita sea.

martes, 2 de junio de 2015

Ocaso

Cálidos rayos recuerdan
la cima,
ya no con la misma fuerza,
ya no con el mismo ímpetu.

Agua que se va por la cañería,
la vemos desplazarse lentamente,
forma un remolino antes de desaparecer del todo,
sin poder hacer absolutamente nada.

Caricias de perdón,
caricias del adiós.
Cachetazos en cámara lenta.
Frescor de la mañana que ya no amanecerá.
Esa mañana que ahora es eterna, la que nunca existió.

El sol cae.
Las sonrisas se esfuman, y vos soltas.
Los rayos se esconden y te desorientas.
Los ojos, la boca, todo grita porque, por donde.

Como ocurrió el amor,
ese amor.
Vivir con todo lo que tenemos
sin poder despojarnos de nada.

Astillero de sueños sin sentido
en la cabeza de quien sabe disfrazar,
maquillar todo.
Trabajando incansablemente en la búsqueda de alguna víctima dispuesta a
sonreír accidentalmente.

Y que los rayos salgan de entre sus dientes.

lunes, 18 de mayo de 2015

Universo

Se detuvo.
Todo se detuvo en paralelo con ese universo.
¿En que dimensión estaba?
Deseo no poder.
Deseo no querer, ¡no desear!
No recordar, nada nada de lo que pudiera extrañar.
Un hilo, invisible, imaginario, inventado,dibujado.
Pero imposible de deshacer.
Por momentos pareciera que me aprieta el estómago,
otros momentos lo siento como tejiendo redes en mi cerebro. 
Presionando. Algo falta.
No saber qué demonios hacer con esto.
Desconfío de todo ese universo, para mi tiene un reverso.
un re

verso.

viernes, 10 de abril de 2015

Año Nuevo

Recién me despierto, y respiro. El sol de la media mañana pega en la pared y el calor me agobia, más de lo que ya estoy. Abro mis ojos, clavados en el techo, clavados en la pared, Esa pared repleta de frases estáticas, algunas ya medio borroneadas Otras están tan lejos que difícilmente logren alterarse. Todas las escribí en algún momento, por algún motivo, que por supuesto todavía logro recordar sin esfuerzo. No hace falta decir porqué.
Mierda, realmente está pesado allá afuera. Recién comienza el año, pero todavía no pude despedirme del anterior. Y afuera no se escucha absolutamente nada, o están todos de resaca o esto es un sueño donde un extraño virus los exterminó a todos y allá afuera es un desierto caliente de pavimento y humedad. Por lo menos no tengo que pagar por soñar despierta. Sigo con los ojos clavados ahora dentro mío, en silencio. Ese extraño placer de poder hablar sin emitir sonido porque no hace falta. Que genialidad, no malgastar la voz al pedo. No tener que decir estupideces solo para llenar un espacio o para que sepan que estás ahí. Si tuviese que decir algo para hacerle saber al resto que estoy ahí, si del otro lado no me ven, si tengo que hablar, entonces no vale la pena. Solo lo justo y necesario. Un día de absoluta inercia. Si. No está mal para arrancar el año.
Me revuelco sobre mi misma y me encuentro con Paris. Como todo perro de la calle siempre está ahí, al lado tuyo, esperando que despiertes. A ella sí que realmente no le molesta nada, y tampoco pide nada. Solo mi compañía. Lo mismo que yo. Sin embargo, a veces pareciera que me molestan muchas cosas de ella, y siento que le pido mucho. Por increíble que parezca, mirando en sus ojos transparentes se que siempre me perdona. Feliz año nuevo, Paris. Incondicional, siempre me da otra oportunidad, porque cree en mi, y sabe lo que soy y lo que no.
Que jodido salir de la cama, pienso. Suena el teléfono. Por favor no ahora, que no tengo ganas de ponerme a repetir como un lorito todo el puto sermón que acontece por esta fecha. Qué suerte, no era acá, o casi. Con lo cerca que estoy de los vecinos da la sensación de que vivimos todos juntos. Y en vez de paredes tenemos cortinas divisorias, hasta veo siluetas moverse y todo. Ya no sé si es una villa o una cárcel. Una prueba más de que me encuentro sola porque el maldito teléfono sigue sonando.
El despertar tiene una suerte de esperanza, mezclada con melancolía, otro tanto de soledad pero no tanto. Sobre todo en esta época del año. Y la estoy disfrutando, porque siempre es diferente cada vez. Aunque lo que llevo adentro siempre es lo mismo, solo que pasan los años y va pesando más, jodiendo más, doliendo más.
Seguro tendré la postal más linda, para recordar dentro de unos años, una de las tantas que me acompañan y se acumulan cada día que despierto. Esas postales que siempre son para alguien que está lejos, con alguna bonita y pequeña dedicatoria. Para compartir un momento con alguien, haciéndola parte de sí mismo sin pedir permiso. Esas que dicen "Hoy estuviste conmigo y quise hacértelo saber". Ya sé quién es mi destinatario hoy. Permiso, me atrevo a escribir tu nombre en la postal del día de hoy. Espero no te moleste. Sé muy bien que no. "Hoy me acorde de vos imbécil, espero que estés contento". No es postal si no tiene mi toque, cómo decirlo...personal.
Ya es mediodía, y el sol está en su máxima potencia, igual que mi ventilador. Insoportable. Hoy está para esas siestas de verano...de las que siempre hablamos y que ahora ya no nos esperan. Al menos juntos.
Muevo un poco las piernas contra las sábanas, como haciendo una v corta para despertarlas un poco, ahora una i...después una P al mejor estilo griego, así bien rústica, culminando la sesión con una perfecta X. Con tanto espacio en la cama hay que ponerse creativo...para no pensar en lo que pensamos todos cuando despertamos así, solos.
Algo cae del escritorio golpeando contra el piso. A juzgar por el ruido metálico y seco me atrevería a adivinar que fue el encendedor. Es su manera de avisarme que me levante, que tiene hambre y que quiere comer. Es tan inteligente este gato, pienso. No es humano pero sabe muy bien cuándo y con qué molestar a uno para lograr lo que quiere o necesita. Debería aprender un poco más de él. Giro la cabeza, y veo el vaso de agua sobre la mesa. Qué suerte que los felinos no se llevan muy bien con el líquido elemento. No hubiese sido muy grato ya arrancar el año arreglando las cagadas de los demás. Mirando detenidamente veo que está repleto de burbujitas. Quietitas, pegadas a las paredes del vidrio, simulando ser gas pero a mí no me engañan. ¿Qué puedo hacer? ¿Tirarla por el inodoro? Si la energía siempre es la misma, solo que se transforma, es medio estúpido pensar que "se va a ir" por una tubería. Mala onda. Es una cuestión mental. Mientras se pueda ser indiferente siempre va a rebotar. Vaya uno a saber adónde va a explotar. Creo que me importa más el hecho del desperdicio sin sentido, y dado que estoy un poco sedienta, me la voy a tomar igual. De todas maneras va a ir a parar al mismo lugar.
 Intento levantarme, y siento como si todo mi cuerpo pesara cincuenta kilos más. Mejor voy a empezar por lo primero, tratar de sentarme sobre el colchón, despacio, muy despacio. Mirando a la pared, un poco al piso,  agachando la cabeza para estirar un poco la columna que no deja de joderme. La luz del día se infiltra por la persiana, y pienso que tal vez, no fue buena idea despegar de mi aposento. Pero que va, ya está. Dos de la tarde. Por ahí deben estar los almuerzos familiares, las discusiones de quien de los dos se va a tener que fumar a la suegra, o a los pibes, o ir a buscar a la abuela al geriátrico que seguramente después ni se entere de donde estuvo. Si. Realmente no creo que este tan mal el día de hoy después de todo. Nada de comer las sobras de ayer, ni juntar botellas vacías, ni comer pan dulce por décimo cuarto día consecutivo.
Cualquier idiota puede pensar que es una excusa para no reconocer que en realidad es una mierda estar solo en año nuevo. Y bueno, ellos deben tener una excusa para no reconocer que sentarse en la mesa, mirarlos a todos e imaginar que tienen una granada en la mano es bastante parecido también. Todos los años pensando en escapar de esa realidad que ya no pueden modificar. Qué diferencia. Y ni hablar del momento del brindis. La hora de las horas, la hora más esperada, la que nos trastorna y nos felicita, nos recuerda, nos mata, y lo más difícil de todo: nos hace mirarnos todos a los ojos...ojos que a veces nunca están ahí, siempre en otro lado, en otra casa, con otra gente. Con personas que ya no están. Para eso son los brindis. Y si, también me acordé ahí de vos, imbécil. Justamente por eso. Porque no estabas.
Qué raro, pienso. El estómago no me llama ni me hace señas para que le preste un poco de atención. En cambio el cerebro me pide nicotina a los gritos. Con tal de que él tampoco me hable, cualquier cosa es buena.
Ya es hora de estirar un poco las piernas, y de salir a ver si realmente estaba soñando o el mundo desapareció por completo. Por ahí tenga suerte y no tenga que vestirme, pero por las dudas voy a revolver todas las prendas que cuelgan de la silla, una arriba de la otra y rescatar algo que quiera pegarse a mi piel, y empaparse de mí, de lo que mi cuerpo quiere sacarse de encima. Que me reciba. Que me envuelva. Que quiera algo de mí, algo de lo que es mío. Nunca nadie quiere ser sombrero. Todos quieren ser vestido. A nadie le interesa empaparse de arriba. Sólo carne para comer, como los lobos.
 A esta altura la perra ya se enteró de mis planes y corre alocadamente de una punta del departamento a otra, con una emoción tan infantil que da envidia. Que linda que sos Paris, le digo. Hace que siempre tenga presente lo que a esta altura ya dudo si volverá. Por eso todos elegimos, inconscientemente quizás, tener una fuente permanente que nos llene de eso que nos falta: amigos, hijos, nietos, mascotas...algo así.

 Al parecer sólo era un sueño, la gente pasea por la calle con bolsas y bolsas en la mano. De acá para allá, subiéndose y bajándose de los autos, apurados, cansados, contentos, otros no tanto. En la esquina el sol me pega de lleno y una vez más, respiro.

martes, 7 de abril de 2015

Así

Te imagino así, con ese final,

y no puedo evitar reírme.

Pero eso es lo que me das.

Lo que necesito ahora de vos

es que no me digas nada

y solo hagas lo que tengas que hacer

y luego andate

y luego volve

y luego andate

pero no me digas cuando

no me digas donde

no hagas que te espere

no hagas que te sueñe

solamente

haceme reír, nada más.

Quizás algún día nos riamos juntos

quizás te quedes y no te vayas más

pero eso a quien le importa.

Quizás es lo que no necesito,

en lo que justamente, ni insisto.

lunes, 6 de abril de 2015

Caen



Todos caen.

El cuerpo. Nuestra Sonrisa. Los sueños.

El sol, la luna. El culo, las tetas.

Las lágrimas. Las llaves. Los modales.

Las cáscaras, las máscaras. El agua.

Los inoportunos. Los modelos. Las flechas.

Las puertas. Las piedras. La verguenza.

La mirada. La soga. Los inocentes.

La ropa. Las barreras. La oferta, la demanda.

El pelo. Las enredaderas. La fama.

Las hojas de los árboles. Las bombas.

La nieve. Los suicidas. Los graves.

Las mariposas. Los dientes. El martillo.

La pintura. Los muros. El tabaco.

Las heces. Los que escalan. La comida.

La tensión. Las monedas. Las agujas.

El jabón. La importancia. Los rayos.

Los ataúdes. El deseo. Los satélites.

Las flores. La mentira. Los imperios.

Los puentes. Los mensajes. Los genios.

Los aviones. Los meteoritos. Los gigantes.

Los techos. Los glaciares. Las cadenas.

Los árboles. Las olas. Las pelotas.

Algunas cabezas. El látigo. El sistema.

Los submarinos. Los contrincantes.

Los velos. Las torres.

Las luciérnagas.

jueves, 26 de marzo de 2015

Partida

A veces hay que mandar todo bien a la mierda.
A veces uno mismo se manda a la mierda, en un intento por reaccionar. Como un mecanismo de supervivencia casi.
Patear el tablero.
Descargarse
Romper o romperse hasta estar seguro de que uno esta ahí.
Sí, estamos solos.
Las decisiones las tomamos solos. Que creemos o que no.
Si mejor seguimos soportando o mandamos todo a la mierda.
Es placentero, no se puede negar.
Cansarse de sostener algo tan volátil como es la realidad,
que cambia todo el tiempo. Que la cambias todo el tiempo y que te la cambian todo el tiempo.
Las fichas se mueven. y hay que pensar la próxima jugada.
A veces se pone tan bueno que aunque sepas que la partida debe terminar,
haces lo posible para que dure aunque sea un segundo más.
Y ahí es cuando todo tambalea.
Los aliados sólo quieren lo que prometiste. Y después que mueras.
Ay, estos traidores.
Pactos, firmados con tinta, con sangre, con saliva, con lágrimas.
Si señores. Estamos solos.
Hay que lograr afilar la mirada y coordinar el corazón y la mente.
No importa lo que digan, las palabras mienten. Los actos no. Yo estoy mintiendo en este momento. Todo el tiempo estoy mintiendo.
El trabajo de toda una vida, años de practicar y practicar.
Las consecuencias las enfrentamos solos, las decisiones.
Y cuando las consecuencias se vienen encima, hay que patear el tablero.
Si ya está perdido, hay que sacarse todo y salir a la cancha.
Cortarte un brazo o dejar que la infección se propague.
Exagerado, si. Pero bastante claro también.
Cuando sentís lo inevitable algo te mueve, te fuerza a elevarlo hasta lo
más alto que te permitas, como si eso quedara grabado a fuego dentro de uno. Y empujas. Y empujas.
Aquellas palabras que no pensabas decir, pero se escaparon solas.
Y se sintió bien. Tan bien como explotar.
Patear el tablero es decirle a la seguridad que se vaya a cagar.
Darle la bienvenida a la realidad.
Abrazar la sensación de dejarse y ya.
No puede ponerse peor a no ser libre.
La sonrisa sale sola.

Se siente bien. 

martes, 17 de marzo de 2015

Apuesta

No hay lugar, para jugar
Es una lástima, de verdad.
Tantos callejones, tantas calles,
solo quisiera escuchar, una bonita historia y nada más.
Nada más.
La noche, podría pasar tanto, tanto
sin embargo se mece, y me adormece
Aunque no relaja, no, para nada.
Una ebullición constante en el interior, que todavía no se define.
Si, las apuestas son así.
Lo mejor es que siempre me encuentra,
mi conciencia, mi luz, mi verdad.
Escucho, sonrío, quiero correr de la mano
De la mano con la aventura, la fina linea de la compostura, la adrenalina que
descubrís cuando todos te miran con sobriedad, y vos.
Vos ya ni los miras.
Sin cómplices, a veces es sentirte solo, en la inmensidad de tu ser,
simplemente porque no te ven.
A veces es sentir que el miedo nos cubre a todos con un velo denso, denso.
Tan denso como una pared, que no se inmuta, que no respira, gris, cubierta de moho,
fría.
Fría.
No te ven. No.
Pero, alguien te siente?
Si alguien te siente en cualquier momento, en cualquier lugar, entonces la apuesta todavía no termina.
Si alguien te mira y te dice, sonriendo, que estás loco, entonces la apuesta está bien hecha.
Somos espejos, recibís como das.
Si alguien te dice, que confía en vos, y te da su mano...redobla la apuesta y dale las dos.
A veces perder el control es verse, encontrarse, liberarse, animarse.
Amarse.

martes, 10 de marzo de 2015

Pelota

Madurar significa reconocer cuando uno es un pelotudo. A veces uno está dispuesto a perder con tal de no retroceder un poco y ganar mucho más. Es como estacionar.  Si te mandaste mal, tenes que salir y apuntar de nuevo.  Hay dos cosas que nos ayudan a saber si realmente meamos afuera del tarro: la experiencia y la intuición. Y una ayuda bastante a la otra, cooperan entre si. Por eso creo que realmente hay pocas cosas que nos sorprendan. Porque en el fondo las señales quedan grabadas, desde el principio. Y si, por algo es, por algo sentís así y no de otra manera. Pero como la seguridad se forja mediante los actos, se comprueba mediante acciones, consecuencias, reacciones. La no reacción es también una consecuencia. Bah, más bien una conclusión. Porque ahí se termina todo.  Nos equivocamos, forma parte de lo que nos hace ser como somos. Importante es proponerse reaccionar de una manera diferente, para poder conocernos a nosotros mismos. En vez de callar, hablar. En vez de dejar, confrontar. Dejar que la verdad de lo que somos cada uno de nosotros hable. Empujamos  un poco más, empujamos al resto también un poco más. Salimos de la zona de confort y de seguro por lo menos no habrá arrepentimientos, al contrario. No perdimos nada, ganamos un poco más que ayer. Recordamos todos aquellos momentos en que dejamos que alguien más decida por nosotros. Que alguien más nos defina y nos diga que somos, de que estamos hechos. La rabia se transforma en nada. Los límites comienzan a volverse más y más claros y, muchas veces, ya no hay dudas de que esto o aquello, que la vida nos pone adelante una y otra vez es la lección que todavía no aprendiste. No estás listo, no.  Sabemos lo que vale la pena o no. De seguro podrá distraerte, pero difícilmente confundirte. La intuición y la experiencia te lo dicen.  Cuando no está claro, es porque hay que empujar.
Cuando tu energía es mal empleada se nota. Porque no recibís nada. No sentís satisfacción, ni placer. No existe la reciprocidad. Las cuentas no dan. Uno se encapricha con uno mismo. No quiere escucharse. Y perdes el tiempo al pedo, con momentos tan inútiles como efímeros, solo por querer llenar algunos lugares que siempre se pinchan, porque están para eso, filtro. Solo filtro. Para valorar los que no. Los reales, los profundos, los que te mueven  los que se chocan y estallas y se prenden fuego y gritas y todo se vuelve una tormenta de realidad. ¿Quién quiere sonreír como un idiota todo el tiempo sin sentir que es un muñequito detrás de una vidriera? Por más que no tenga importancia, al menos no tanta como quisiera, si hay que empezar a cavar es lo mejor que puede pasar. Llegar hasta el punto donde te pones a prueba y ves quién está y quién no. Quién se queda, quién se va. A quién le importa  y a quién no. Quien te dice en tu cara que sos un imbécil y quien se la banca cuando vos se lo decís.  Quien es lo suficientemente maduro para reconocer cuando es un pelotudo.


viernes, 27 de febrero de 2015

Cicatriz

Sentada en el banco de la plaza, el viento me revolvía el pelo, tapándome la cara. Yo me destapaba y el viento volvía a taparme. Se reían, y a la distancia, yo los espiaba. Me intrigaba tanto alboroto. Estaba buscando una respuesta. Quizás por eso era que me llamaban tanto la atención, en otro momento nunca los hubiese observado. Si cerraba los ojos podría imaginar a cualquier niño jugando con mi pelo. Sonrío. Pero no sola. La lluvia se avecinaba ya, la esperaba con ansias. El paisaje cambiaba y estaba ahí. Estática. No pensé en nadie. No. Pero si pensé en algo, lo que tenían ellos, lo que se veía en sus rostros, resplandeciendo. Tomados de la mano, con los hombros levantados , como queriendo protegerse de lo que se avecinaba.
No dejaban de reír, no importaba cómo intentara disminuirlo en mi mente. ese cuadro era la imagen de la inocencia, esa que nunca vuelve. Que momento, pensé. Por un segundo me sentí dentro de ese cuadro compartiendo lo mismo que ellos. De seguro si me dejan voy a poder viajar en el tiempo y sólo sonreír. Me muero de ganas de sentirme liviana lejos de todo eso. Los papeles revolotean, la tierra se arremolina, como en aquellos pagos... Qué va...como en todos lados. La mente me lleva hacia allá, y yo quiero estar acá. Mi cara nunca me ayudo a disimular nada. Pero me ayuda a ahorrar las palabras que no hacen falta.
Una nena pasa corriendo y se cae súbitamente. Queda en el piso, tendida, lloriqueando. Sin dudarlo me levanto, casi corriendo también y me agacho, para acercarme lo más que pueda.
-¿Estas bien linda?- le digo
La nena me mira, sollozando, en silencio. Se mira la rodilla toda raspada y me dice
-Me arde-
-¡Uh, es que te diste tremendo golpe!- Ayudo a exagerar un poco con mi cara- Mira, yo también me caí cuando era chiquita- Le muestro la cicatriz que tengo en la pierna arriba del tobillo.
Ella la mira, con curiosidad, y pasa el dedo con temor.
Todavía sollozando pero casi olvidándose del raspón, me pregunta si me dolió.
-¡Puf! ¡Grite tanto tanto tanto que todavía me acuerdo!- La nena sonríe ante mis muecas y mis exageraciones gesticulares.- Pero ya no me duele más- Sonrío.
La ayudo a pararse, a sacarse la tierra , y a limpiarse un poco la cara. La madre ya ubico a la niña y lentamente la veo acercarse.
-Ahí viene tu mamá- Le digo- No llores mas eh, que ya no duele, ¿o no?-
Asiente con la cabeza, me sonríe y dando media vuelta vuelve corriendo a los brazos de su madre. Y yo me quedo parada ahí, estática. La plaza ya esta vacía.  Yo me quedo esperando la lluvia en silencio. El viento sigue jugando con mi pelo, con mi vestido. Veo que las hamacas quedaron desiertas, y me siento en una de ellas.
Las luces se prendieron por la extraña oscuridad, por el día que se filtra a estas horas de la tarde.
Mientras me balanceo en la hamaca juego con la arena bajo mis pies. Mi mirada se detiene en esa cicatriz, en esa oruga fea retorcida que siempre quise borrar de mi y que hacía tanto tiempo que no me detenía a observar porque se volvió parte de mi como mi pelo, como mis manos. No imagino mi cuerpo sin esa oruguita remolona tan linda y solo mía. Sólo con el tiempo. No sería mi cuerpo. No sería yo.
El cielo se ilumina de golpe. A lo lejos se escucha el trueno que viaja. Finalmente veo las gotas impactadas sobre la arena mientras me hamaco enérgicamente un ratito, en ese limbo.

lunes, 23 de febrero de 2015

Te quise

Te quise para aprender
te quise para reír
te quería sólo para mí

Fue muy poco el tiempo
pero realmente te quise
quise quererte, y verte lindo
verte amistoso, un poco torpe
así, de imperfecto, yo te quería.

Te quise para hablar de nada
o de todo a la vez
de escuchar tu voz
y que vos escuches la mía.

Te quise para no sentirme sola
y disfrutar de tu compania
Te quise para que me abraces
y yo abrazarte también.

Te quise, para mirarte.
Te quise para que vos también,
me mires.
Te quise para decir tu nombre,
cerrar los ojos y pensar en un hombre.

Te quise para poder ser yo.
Solamente yo.

Te quise, sólo un rato
para poder soñar.

Te quise, para no comer con el televisor.
Te quise, para gritarle a alguien mientras me duchaba
y para que me rasques la espalda.

Te quise para no pensar tanto.
Para tener un poco de fe.
Para enojarme con alguien,
con alguien que no sea yo.

viernes, 20 de febrero de 2015

Ganitas


Hoy no tengo ganas.
No tengo ganas de salir, ni de quedarme
ni de correr, ni aletargarme.
No tengo ganas de escribir, no tengo ganas de decir
No tengo nada que decir.
Allá, no llegan, ni lo intentan,
Será que no tienen ganas tampoco.

No tengo ganas de obligarme a tener ganas,
no tengo ganas de ser positiva,
ni de ver todo gris.
Ni de sentirme incómoda o desdichada.

Pero lo más importante de todo:
No tengo ganas de pensar.
Ni de preguntar.
Ni de responder.

No tengo ganas de pensar que será o no.
O porque fue o no.
No tengo ganas de sentirme apartada, ni pegada.
No tengo ganas de ver ni atender el teléfono si no tengo ganas.
No tengo ganas de pedir ni dar explicaciones.
No tengo ganas de mirar atrás, ni imaginar insólitos panoramas futuros.

No tengo ganas de ser manipulada, ni doblegada, ni obligada
Ante las reglas que le convienen a cada uno.
No tengo ganas de preocuparme, ni de invertir
el tiempo en proyectos de largo plazo.
Sólo es hoy.
Ni de escuchar cosas bellas, adornadas, maquilladas,
Cuando detrás solo hay aire y más aire, inflándolo todo.
No tengo ganas de mirarme al espejo y ver
una persona en el cuerpo de otra persona.

No tengo ganas de ser un depósito de cosas que nadie sabe dónde poner.
No tengo ganas de ser la salvadora de nadie, ni cambiarle la vida a nadie.
No quiero sentir otro peso encima que no sea el mío. Ni un kilo más ni uno menos.
No tengo ganas de pensar o sentir que no puedo elegir.
De ser la mártir idiota de los corazones rotos, de los desentendidos, de los pobres luchadores. 
No tengo ganas de ser la rata putrefacta que prolifera enfermedades por donde pasa.
No.

No tengo ganas de torcer las mentiras para que parezcan verdades.
Ni de torcer mi cabeza para mirar a la gente como me gustaría que sea y no como realmente es.
No tengo ganas de responder, ir, venir, subir, bajar cuando a vos se te dé la gana.
Yo soy. Yo quiero, yo no quiero.
No tengo ganas de ser una sombra.
No tengo ganas de dobles discursos, ni de supuestos, ni de entrelineas.
Nada que no sea lo que es.


No.
No tengo ganas.
Quiero.
La risa, el beso, el abrazo, el camino, la sorpresa, que se abra el cielo.
Estar locos, sólo un poco.
Los amigos, la familia, compartir.
Estar presente en el presente.

Solo quiero eso.
Ser.
Quizás.

Alguien con quien ser.

viernes, 13 de febrero de 2015

Oportunidad

La oportunidad no viene sola.
Algunas veces puede pasar, pero generalmente la vista esta poco entrenada. O más bien entregada.
Otras veces no depende de uno, o pareciera que es así, aunque en realidad quien decide?

Hay dos tipos de oportunidades:
Las que se da uno mismo y las que le dan los demás.
En realidad hay tres.
Esta también la oportunidad que uno da. Que otros olvidan.

Que digan lo que quieran. Que piensen lo que quieran.
El tiempo es oportunidad. Oportunidad de darse cuenta.
Y de volver a darse cuenta otra vez.
Nunca es tarde. Al menos para eso.

Equivocarse también es una oportunidad. De cambiar todo.
Venganza es una oportunidad.
Oportunidad es algo nuevo, pero también lo es renovarse.
Oportunidad es decir te amo, o que ya no.
Olvidarse de todo.
Dejar de existir.
Dejar de ser.
Dejarse.
Dejar.
Dejá...dejá.

viernes, 6 de febrero de 2015

Pausa



No había caso en negar que las decisiones nos deciden a veces sin decidir nada.

La luz llegaba, si, pero no sin antes pasar por el filtro de la cortina de color indefinido junto con todo el polvo y el smog que diariamente sacude a la ciudad.
Los corazones siempre están ahí. Latiendo.
El calor los hacía pensar en cualquier cosa, en cualquier lugar.

Las manos tocan, los ojos ven, los oídos escuchan. Y todos juntos ellos sienten. Sienten levitar en el silencio de la mañana, de la noche, de la tarde. Hay magia a toda hora, en todo lugar. Conectan con todo y con nada a la vez.

Son las cosas más simples, las menos evidentes. Las que damos por sentado tantas veces sin pensar en que un día no van a estar más allí.

Damos por sentado la luz del día, el café de la mañana, el beso de despedida. El cajero escupiendo dinero. Somos mortales y aún así nuestra mente piensa que la eternidad la tenemos comprada. Peor aún, que tenemos tiempo. O que el tiempo nos espera. Preguntándonos que haríamos si no tuviésemos miedo, si realmente mañana se acabara todo esto.

Yo dejo que el viento de abofetee, a veces, para caer de nuevo y simplemente sentir que el mundo se queda en pausa.