martes, 27 de octubre de 2009

Si y solo si

Indignada, agitada
pero en esta vida no hay que dejar de pelearla
No quiero jugar a la verdad
No pienso dejar de soñar...

Sombras dibujan las noches
las copas se rompen de tanto brindar
y hay algo en mi que no me deja pensar
que no me deja volar....

Callada, sentada
no puedo decidir entre creer o crecer
Vamos a jugar a la lealtad
Vamos a esperar un poco más!

Porque no todo está perdido
mientras no caiga en el olvido
No será largo el camino
si te quedás aca conmigo.

viernes, 2 de octubre de 2009

36 Fotogramas

Sabía que podía suceder y sin embargo marchó sin vacilar hacia el umbral de la puerta y esperó. Pensó en todo lo que había sucedido, pensó en ella y por un momento se sintió aliviado.
Nunca pudo recordar con exactitud cuál fue el momento en que las cosas comenzaron a cambiar. Las constantes discusiones por la situación financiera de su matrimonio terminaron por quebrar definitivamente el lazo que hace más de diez años habían jurado unir por siempre.
Siempre sintió que la mirada de Vanessa cambió después de aquella noche en que volvieron a ser dos en la familia, la culpabilidad se hacía evidente en el aire cada vez que ella recorría el largo pasillo y la escuchaba detenerse en la última habitación, liberando un interminable suspiro que parecía tratar de llenar la casa y querer romper ese silencio.
Nessy, así la llamaba él, nunca quiso que pudiera hacer de esa habitación un laboratorio para poder estar más tiempo con ella y al mismo tiempo poder dedicarse a lo que más amaba: la fotografía.
- “¿Cómo es posible que quieras olvidarlo?”-Decía ella con la voz cargada de tristeza.
- “No quiero olvidarlo, quiero mirar hacia delante pero siempre con él en mi corazón. Nessy trata de entender.....”-
Pero ella ya estaba recostada en la pequeña cama, ya no lo escuchaba, sólo abrazaba fuertemente el libro que solía leerle cada noche antes de dormir, con la mirada perdida en algún lugar de la memoria. Sabía que sus intentos de hacerla entrar en razón habían terminado por ese día.
Llovía. Hacía una semana que el cielo se había escondido detrás de un manto negro y oscuro. No tenía idea de que día era, tampoco si era de noche o de día, vivía sumergido en un mundo propio sin horario ni calendario.
Comenzó a caminar, lentamente. Le pesaba, realmente le costaba dar cada paso, era como pisar cada recuerdo. Sentía que le costaba respirar, el pecho se le cerraba cuando observaba las fotografías colgadas a lo largo del pasillo, esa felicidad que alguna vez tuvo, destruida totalmente a pesar de sus fuerzas por hacerla resurgir de alguna manera.
Abrió la puerta, cerrándola detrás de él, sin mirar atrás y siguió su camino acompañado en silencio por la lluvia que lo golpeaba una y otra vez....pero ya nada importaba ahora.
Levantó su brazo, con su mirada vacía apuntando a la calle, esperando. Y otra vez su mente volvió a recordar....
Ese día volvía una y otra vez a él, atormentándolo constantemente, cuando dejó de intentar, cuando soltó su mano y dejó que se la llevaran, a pesar de sus gritos que se volvieron la pesadilla de cada noche en adelante...
Era fuerte, luchó contra esos dos hombres de uniforme blanco que intentaban desatarla de ese maldito libro que no quería soltar, hasta que finalmente tuvieron que sedarla para poder llevarla hasta la ambulancia. Recordaba sus ojos en ese momento, los que habían sido alguna vez la luz de su vida, cómo lentamente perdían su brillo, en un sueño profundo y su agitación disminuía hasta volverse tan suave, tan dócil casi como una pequeña mascota...
Al principio iba a verla todos los días, esperando encontrarla como alguna vez la había conocido, sonriendo, corriendo hacia él y poder tomarla de la mano y llevársela de ese lugar donde depositaban a la locura de la ciudad.
Pero el tiempo pasaba, tan despacio como podía y sus ojos no lograban encontrar ningún cambio en ese cuerpo ya casi sin reacción. A veces Vanesa no lograba reconocerlo, las charlas se habían convertido en un triste monólogo en el que ya no recibía ninguna respuesta. Hasta que finalmente una tarde hablando solo como siempre hacía cada vez que acudía a visitarla, se dio cuenta de que sería la última vez que la abrazaría fuertemente, la besaría en la frente, dejando todas sus esperanzas guardadas por tanto tiempo, depositadas en cada mañana que despertaba, en cada fotografía...en cada recuerdo feliz en que la vida le sonreía...
Un taxi se detuvo frenando bruscamente sobre el asfalto mojado, volviéndolo a esta noche teñida de dolor y de tristeza.
Llevaba sólo una valija en una mano, y colgado a su hombro un bolso con lo único que le quedaba: una cámara de fotos y un rollo esperando ser impregnado de vida y emoción.
Cerró la puerta del taxi, se acomodó en el asiento y mirando por la ventana se dirigió al conductor: “Al aeropuerto”-dijo, con una voz ausente y cortante.
El paisaje que observaba por la ventana comenzó a moverse, cada vez más rápido, hasta que sólo llegó a ver una pintura abstracta y mojada, con una mezcla de colores fríos y sin forma.
Había parado de llover.